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ACTA CIENTÍFICA Y TECNOLÓGICA
REVISTA DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE CIENTÍFICOS    Nº 1    AÑO 1999
V PROGRAMA MARCO
Observaciones de la AEC a la Segunda propuesta modificada de Decisión del Parlamento Europeo y del Consejo relativa al Quinto Programa Marco de la Comunidad Europea para acciones de investigación, desarrollo tecnológico y demostración (1998 - 2002)


1. Humanidades y V Programa Marco
Por Jesús Martín Tejedor

A. INTRODUCCIÓN
El proceso de creación de una Europa unida avanza hacia la consolidación de una común sociedad política, que no podrá sustentarse sobre la mera comunidad de intereses económicos, monetarios y militares, si no se presta una creciente atención a los factores de cohesión social subsiguientes al reconocimiento de una identidad colectiva. No se puede creer en una sociedad política europea, si no se cree que existe un común substrato de antropología cultural capaz de definir una tipología del ciudadano europeo. El Quinto Programa Marco ha dado un paso importante a este respecto, al contemplar la investigación sobre el patrimonio cultural europeo, pero es apremiante ampliar el panorama de la investigación humanística, para volver a descubrir e integrar en una visión común las culturas nacionales que se han desarrollado a partir de la Modernidad.

B. INVESTIGACIÓN Y CULTURA

B.1. Supuestos conceptuales

B.1.1. La concepción del V Programa Marco en I+D no parece que pueda sustraerse a las inferencias de un hecho fundamental inminente como es la Unión Monetaria. La implantación de una única moneda aboca a los integrantes del área "euro" a una interdependencia y a una participación en una suerte común de tal naturaleza que resulta impensable la viabilidad del nuevo régimen monetario, si no está respaldado por una cohesión social inter-europea que, a su vez, se sustente en unas comunes y movilizadoras señas de identidad.

Sólo desde la conciencia de Europa y de la responsabilidad por los valores de Occidente - en los que la Europa geográfica e histórica ha tenido un protagonismo fundamental - se podrán afrontar los retos y los intentos ambiciosos de "nuevas fronteras" que requerirá la futura convivencia con otros bloques económicos, y - lo que preocupa más - con otras civilizaciones y culturas.

Hasta ahora, la acción de los políticos constructores de la Unión Europea ha confiado a la praxis política cotidiana la tarea de ir generando una conciencia europea, cuya necesidad no parece discutible para la generalidad de los actores. Pero esta actitud de "hacer camino al andar" no debe inhibir a los rectores de la comunidad científica europea respecto a la apremiante tarea de dilucidar :

1º. Qué es Europa y qué puede ser la Unión Europea.
2º. Cuáles son los límites de Europa, especialmente por el Este y por el Sureste.
3º. Qué aperturas y compromisos deben ligar a la Unión Europea con las sociedades políticas del mundo occidental, que sean geográficamente distantes.
4º. Cómo debería articularse la comunicación entre los habitantes de la Unión Europea desde el punto de vista lingüístico.

Es obvio que la respuesta a estos interrogantes deberá producir bienes intangibles y necesarios en una doble proyección:
a) la cohesión social movilizadora para las grandes tareas.
b) la criteriología adecuada para iluminar delicados problemas.

Y es obvio también que todos estos interrogantes constituyen graves temas de investigación científica, que no pueden resultar indiferentes a los responsables de I+D de la Unión Europea.

B.1.2. ¿Qué es Europa y qué puede ser la Unión Europea?

El paso del Mercado Común a la Unión Europea descarta toda posibilidad de concebir ésta como una mera y provechosa coordinación de mercaderes. Los criterios de realismo, de pragmatismo, de eficacia e, incluso, de ayuda mutua, que han venido inspirando la acción de los políticos europeos, no son suficientes para legitimar y dar solidez a una Unión Europea en la que el grado de imbricación entre sus miembros queda sobradamente expresado en la inminente unión monetaria. La misma idea de la subsidiariedad, que se presenta como una directiva fundamental del V Programa Marco debería modularse con nuevos matices, en el contexto de la desigualdad entre los diferentes países miembros.

Parece obvio que, si va a existir la Unión Europea como una macro-sociedad política, debe existir correlativamente una tipología del ciudadano europeo que será tanto más sólida y convincente cuanto más participe de una común tipología del habitante en el terreno de la antropología cultural, de la mentalidad y de la sensibilidad vital.


El proceso de creación de una Europa unida avanza hacia la consolidación de una común sociedad política, que no podrá sustentarse sobre la mera comunidad de intereses económicos, monetarios y militares, si no se presta una creciente atención a los factores de cohesión social subsiguientes al reconocimiento de una identidad colectiva. No se puede creer en una sociedad política europea, si no se cree que existe un común substrato de antropología cultural capaz de definir una tipología del ciudadano europeo. El Quinto Programa Marco ha dado un paso importante a este respecto, al contemplar la investigación sobre el patrimonio cultural europeo, pero es apremiante ampliar el panorama de la investigación humanística, para volver a descubrir e integrar en una visión común las culturas nacionales que se han desarrollado a partir de la Modernidad.
B.1.3. ¿Cuáles son los límites de Europa?

El proceso de crecimiento geopolítico de la Unión Europea, especialmente en las direcciones Este y Sur-Este, está planteando ya delicadas cuestiones de discernimiento, cuya resolución puede ser tanto más peligrosa cuanto mayores sean el éxito de la Unión, la apetencia de pertenecer a la misma, y la generosidad hacia unos peticionarios de ingreso cuya presencia podría alterar gravemente la identidad y la conciencia europea.
De nuevo es preciso insistir en que tales discernimientos deben sustentarse en dilucidaciones científicas no sólo fundamentadas, sino también compartidas por el conjunto de los países integrantes de la Unión. Lo que equivale a decir que son los propios órganos rectores de la I+D europea los que deben promover esta clase de investigaciones.

Ahora bien, en los diferentes órganos rectores y gestores de la política científica de la UE, tienen un peso específico determinante las personas cuya ejecutoria científica anterior se ha desarrollado en el cultivo de ciencias vinculadas al sistema productivo, y especialmente a los sistemas de producción industrial. El análisis redaccional de los propios textos de política científica emanados de la UE evidencian una preocupación por la industria cuya preponderancia - por cierto, del todo justificada - abre una inquietante incógnita respecto a la relevancia que pueda atribuirse a la investigación en ciencias humanísticas. Dicho en otras palabras, acaso la planificación científica de la UE arrastra una inercia proveniente de las etapas de gestación de la nueva Europa, cuya tópica conceptual estaba centrada en torno al hierro y el carbón, y a la energía. No es difícil imaginar la extrañeza que puede producir la propuesta de programar investigaciones históricas, por ejemplo, en torno a la penetración del monacato religioso en el Este europeo. Y sin embargo, es este un tema relevante para el estudio de los límites geográficos de la europeización, especialmente por lo que respecta a Rumania, Moldavia, Bielorrusia y Ucrania.

Es este un asunto delicado en el que conviene afinar conceptos y legitimaciones, porque cualquier afirmación suficientemente plausible y aparentemente clara en unos niveles de comprensión semántica, se complica al concretarse a aplicaciones prácticas. Por ejemplo, ¿sería defendible, desde el punto de vista de la solidaridad y de la percepción humanitaria, negar el ingreso en la UE, y consiguientemente condenar a la insularidad geo-política, a una Albania democratizada en lo político y equilibrada en lo económico? Admitida la islámica Albania ¿sería posible negarse a la admisión de Turquía por razones de antropología cultural-religiosa?

La anterior observación nos aboca al tema de los límites internos de la UE, es decir, a la convivencia con minorías fuertemente socializadas en culturas religiosas no cristianas, y cuya presencia consolidada en Europa debe cohonestarse con el respeto a las libertades formales consagrado por la sociedad europea a partir de 1789. Este es un tema de sociología del conocimiento y de investigaciones "de campo", que debería dilucidarse mediante la experimentación de medidas educacionales, culturales, urbanísticas, etc. conducentes a la integración armoniosa de las minorías culturales y étnicas.

El descuido o la inacción en este terreno puede conducir a graves perturbaciones sociales, cuya evitación no debe intentarse mediante un minimalismo identitario, a la manera de los EE.UU., en donde la ciudadanía y la pertenencia social se realiza en el pago de los impuestos. Los componentes de Europa, más antiguos, más variados y más enraizados en sus respectivas tradiciones no parece que puedan compadecerse con tan mínimo vínculo de cohesión social.
B.1.4. ¿Qué aperturas y compromisos deben ligar a la Unión Europea con las sociedades políticas del mundo occidental que sean geográficamente distantes?

Si la conciencia europea de la UE debe conformarse en torno a un elenco de valores comunes, resulta bastante conspicua la coincidencia del sistema de valores europeos con los del mundo occidental. Por otra parte, frente a quienes han anunciado el fin de la historia como consecuencia de la confluencia o el desdibujamiento de las ideologías, va abriéndose paso la idea de que el mundo camina hacia un nuevo tipo de confrontaciones ocasionadas por el choque de civilizaciones o culturas.

Ante esta nueva perspectiva, la idea de la supervivencia pacífica y de la seguridad, que está en el arranque mismo de la UE - por referencia a las reiteradas confrontaciones bélicas franco - prusianas - vuelve a tener importante apremio. La idea de que la seguridad y la prosperidad de Europa debe imbricarse con la del propio Occidente no parece desdeñable o poco digna de estudio. El desarrollo de la sociedad telemática, junto con el desplazamiento de la economía más influyente y decisiva hacia el intercambio de información, relegan a un segundo plano la compacticidad territorial como supuesto básico de las sociedades político-económicas, y hacen que las distancias geográficas interpuestas por el océano Atlántico no sean una dificultad insalvable para el desarrollo de estos procesos de agregación funcional. La busca de su propia identidad, que aboca a Europa al desvelamiento de su condición occidental y a la socialización mental consiguiente, lleva connaturalmente a un nuevo encuentro con las naciones de Occidente, en las que no parece impensable el surgimiento de una reciprocidad.

De darse tal fenómeno, podrían producirse inferencias importantes en la propia planificación de la política científica europea, que podría plantearse una selección de roles científicos en un régimen de complementariedad y de intercambio, especialmente con el sistema científico y productivo de los EE.UU.
B.1.5. ¿Cómo debería articularse la comunicación entre los habitantes de la Unión Europea desde el punto de vista lingüístico?

Es esta una cuestión vidriosa cuyo tratamiento en este momento resulta más que cuestionable, desde el punto de vista de la oportunidad. Es obvio que, en este momento, hay que buscar elementos de unión entre los miembros nacionales de la UE, y hay que evitar cuestiones que puedan perturbar el proceso de consolidación de ésta.

Si abstraemos las consideraciones sobre la oportunidad actual, insistiendo al mismo tiempo en que el presente documento apunta sólo a decisiones de política científica y sin trascendencia inmediata en la dialéctica política interna de la UE, - parece cabal y realista admitir la necesidad de una lengua común para la consecución de una aproximación convivencial entre los miembros todos de la Unión. La cuestión no afecta precisamente a las reuniones políticas, culturales, empresariales, etc. en las que la traducción simultánea parece que, dentro de pocos años, va a tener una perfección, expeditividad y practicidad más que suficiente. La cuestión se plantea en términos de convivencia interpersonal, cotidiana, espontánea, en la que los interlocutores mutuos no pueden contemplarse como marcianos con el rostro aureolado por un artificio electrónico y con un pequeño altavoz en la solapa.

Hace falta una lengua común, aprendida en los años mejores para el desarrollo de la competencia lingüística (parece ser que en los diez primeros años de la vida) con percepción de matices y contenidos semánticos implícitos. Es decir, en algún momento habrá que consensuar y legislar en materia de educación lingüística.

Mientras llega ese momento, los responsables de la Unión Europea parecen resignarse al hecho de que los europeos se socorran del inglés. Pero la resignación ante este imperativo fáctico puede transformarse en crispación, cuando llegue el momento de sancionar tal estado de cosas, mediante una legislación educativa. Es absolutamente escapista, y quizá irresponsable, el aducir el carácter fáctico del lenguaje para tratar de eludir, en esta materia, el apremio de una legislación educativa.

¿Va a admitirlo Francia, la tradicional caja de resonancia mundial de la cultura? La poderosa Alemania, columna vertebral de Europa ¿va a permitir la preeminencia con que a la Gran Bretaña primaría la imposición de su idioma? Las naciones europeas ¿contemplarán impasibles el deterioro en el uso de su propio idioma, cuando la eficaz, ceñida y simplificadora capacidad denotativa del inglés-americano dé lugar a un conglomerado lingüístico parecido al que en los puertos de casi todo el mundo se denomina "el pichinglis" ¿Cuál puede ser el estatuto de las lenguas propias y la garantía de su conservación en toda su pureza? ¿Hay otras alternativas, excluida la del avestruz que esconde la cabeza entre sus alas?

Son graves preguntas que acaso podrían empezar ya a ser estudiadas en el ámbito de la comunidad científica europea. Corresponde a la decisión de los políticos el determinar cuándo es procedente y oportuno afrontar, de una manera decidida, la resolución del problema lingüístico.
Los programas Lingua, con su innegable relevancia educativa, no se plantean como una respuesta a la cuestión lingüística tal y como se concibe en el presente documento. Mientras tanto será "muy político" el negar que existe tal problema, o el afirmar que la cuestión debe dejarse a un proceso espontáneo y de "mero uso"; pero ello dificultará el que se tomen decisiones de política científica para iluminar su resolución. Es una cuestión de prudencia, pero también de responsabilidad previsora.


B.2. Observaciones al texto de la Segunda Propuesta

B.2.1. La compulsa entre los requerimientos de I + D, contenidos en los anteriores supuestos conceptuales, por una parte, y los textos de la Segunda Propuesta, por otra parte, registra la presencia de algunos nichos directivos de la programación en los que sería posible dar acogimiento a casi todas las sugerencias expresadas en el precedente apartado.

En el Anexo II, titulado Líneas Maestras de las Acciones Comunitarias..., en el epígrafe I, titulado Temas y Organización del Quinto Programa Marco, se habla de cuatro acciones.

En el sub-epígrafe 1, titulado "Contenido y organización de la primera acción", hay un texto introductorio que resulta pertinente a las aspiraciones de nuestra Asociación:

"Los programas comprenderán, si procede, trabajos y estudios de investigación sobre los aspectos éticos y jurídicos, en el marco del respeto de los valores humanos fundamentales".

Resulta congruente respecto al contenido de nuestro apartado B.1.2. sobre los "límites internos de la UE" y la convivencia con minorías de otras culturas asentadas en la Unión.

En el apartado a) de este mismo sub-epígrafe 1, el titulado "Actividades clave", se contiene un párrafo que parece amparar el conjunto de los requerimientos de nuestros "Supuestos conceptuales":

"Se considera la actividad clave como un conjunto de proyectos de grande o pequeña envergadura, aplicados, genéricos y, en su caso, de investigación básica dirigidos a un desafío o problema común para Europa, sin excluir las cuestiones globales".

En el sub - epígrafe 2, titulado "Contenido y organización de las acciones segunda tercera y cuarta", su primer párrafo contiene elementos muy pertinentes para cuanto se postula en estas Observaciones de la AEC acerca de las relaciones con Occidente y acerca, también, de los límites internos de la UE. Son los referidos a las "políticas de relaciones exteriores" y a las "cuestiones sociales".

B.3. Conclusiones y propuestas de la Asociación Española de Científicos

B.3.l.
De todo lo expuesto, parece que se pueden sacar las siguientes conclusiones:

1ª Los textos de la "Segunda Propuesta Modificada de Decisión" contienen elementos suficientes para dar acogimiento a los requerimientos que esta Asociación plantea en su capítulo 1, titulado "Supuestos conceptuales".

2ª El conjunto de la Segunda Propuesta  Modificada no ofrece suficiente estímulo, ni orientación temática medianamente  concreta, que impulse a una actividad científica  en la línea de los mencionados Supuestos conceptuales a los que se refiere  el presente documento de la AEC.

3ª La presencia predominante, en los órganos directivos y coordinadores de la I+D europea, de científicos eminentes en disciplinas vinculadas a los sistemas productivos hace temer que el interés por las ciencias humanísticas no podrá llegar a tener una apreciable efectividad, si no se articula un específico órgano de promoción, dirección y coordinación dedicado a este último efecto.

B.3.2. Por las anteriores consideraciones, esta Asociación Española de Científicos propone:

1º Que en los órganos directivos, promotores y coordinadores de la Investigación Científica de la Unión Europea se cree una Subcomisión, o una Ponencia para asesorar a la Comisión en cuanto a la ratio presupuestaria con que deban votarse fondos específicos de investigación humanística, y en cuanto al modo de aplicar dichos fondos para realizar la investigación.

2º Que, dependiendo del órgano anterior, se cree un Comité Científico Asesor, de carácter académico, con reuniones de estudio periódicas, cuya tarea sea la de decantar y sugerir a la mencionada Subcomisión o Ponencia temas de investigación científica humanística, relativas al ser y a la imagen de Europa.