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ACTA CIENTÍFICA Y TECNOLÓGICA
REVISTA DE LA ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE CIENTÍFICOS    Nº 1    AÑO 1999
                                        Una visita a la empresa INDRA

AUTORES: Jesús Martín Tejedor
Armando González-Posada Sánchez

Si fuera posible hacerlo, que no es posible, y si yo fuera Ministro de Educación y Ciencia, que no es ni pensable, introduciría preceptivamente en los planes de estudio del bachillerato español una visita a la empresa INDRA. Hasta un crecido número de catedráticos de Universidad y de investigadores científicos podrían visitar INDRA y experimentar una sorpresa. Una sorpresa fecunda, porque traería consigo una revisión de la idea que tienen de España y de nuestras posibilidades en el campo de la investigación tecnológica. Veamos por qué.

Hoy en día, nadie encuentra el menor sentido a la famosa frase de Unamuno "que inventen ellos", y muy raros serán quienes no afirmen, hasta con cierto énfasis, que el futuro de España depende de nuestra investigación científica. Como esta afirmación la hacen hoy en día hasta los políticos, se corre el peligro de que se entienda como una expresión "políticamente correcta", lo que equivale a decir que no se despejan las dudas sobre si realmente se cree en lo que se afirma.
Sucede, además, que cuantos nos preocupamos por promocionar la idea de la Investigación y Desarrollo tecnológico insistimos angustiosamente en nuestro subdesarrollo científico relativo, es decir, en relación al potencial humano y de recursos económicos de España y en relación, también, con los países europeos con los que nos hemos integrado. Tales aldabonazos son, y serán, necesarios, pero tienen el inconveniente de sugerir una impresión jeremíaca que puede llegar a ser incluso plañidera, es decir, de lamento por lo que es ya un hecho inevitable. Con la mejor voluntad, podemos sumarnos a la acción deletérea de aquellos humoristas que hacen el clásico chiste del "va un inglés...va un alemán...y llega un español..." quien, por supuesto, da salida a la situación con alguna esplendorosa exhibición de dotación endocrina. A la gente le siguen haciendo gracia esos chistes, lo que infunde más que la sospecha de que siguen siendo una válvula de escape, por vía de humor, de un penoso complejo de inferioridad, perfectamente compatible, por otra parte, con nuestra complacencia por sabernos tomar la vida y por nuestro casticismo cañí. Pero el asunto va perdiendo su gracia a medida que se va comprendiendo el significado de una palabra terrible: la balanza de pagos. Y entonces la idea de que no tenemos nada que hacer en Investigación científica y tecnológica puede ser una negra y paralizante perspectiva de nuestra conciencia nacional.

Sistema Tryking. Robotización del servicio de catering.
Pues bien, una visita a la empresa Indra sería un remedio ideal para esta clase de achaques. Después de ver INDRA no puede uno preguntarse si España es capaz de investigar, porque resulta evidente que en España se está investigando a un altísimo nivel tecnológico.
En efecto, veamos algunos ejemplos. El último y más perfecto modelo de radar del mundo entero, es el tridimensional "Lanza" desarrollado por INDRA. La marina norteamericana tiene a INDRA como uno de sus principales proveedores de simuladores de vuelo y tácticos del AV-8B (Harrier) y de sistemas automáticos de mantenimiento del AV8B Plus de los que dependen la vida y seguridad de vuelo de estos aviones. La marina italiana también los utiliza. Los F-18, los F-1, los Superpuma, los C-101 utilizan comúnmente estos sistemas de INDRA acomodados a sus propias especificaciones. Los simuladores de vuelo del EF-2000 o Eurofighter van a ser desarrollados por un consorcio europeo liderado por INDRA en el que entran Alemania, Reino Unido, Italia y otros. Y para no salirnos del Eurofighter, digamos que INDRA ha sido encargada de desarrollar aproximadamente un tercio de los componentes electrónicos del ya cercano avión de combate europeo.
Pantalla del visual del Simulador del AV-8B (Harrier) para la Armada Española.
El viajero español que va a aterrizar en Oslo, Amsterdam, Frankfurt, Moscú, Rostov, Bombay, Delhi, Hong-kong, Pekín, Amán, Beirut, Santiago de Chile, La Paz, y en muchos más aeropuertos del mundo, debe saber que está siendo conducido por sistemas de control de vuelo ideados y construidos por INDRA. Hay en curso de negociación proyectos de penetración mucho más amplia en el control de tráfico aéreo alemán. Y si va rodando por las autopistas de Nankin-Sanghai y Chonching, también debe saber que está siendo controlado por sistemas de Indra.

INDRA tiene también importantes logros en el campo de la protección civil y de la ecología, como consecuencia de su participación en el programa PARSAR (dentro del ESPRIT de la Unión Europea), o su sistema de comunicaciones vía satélite para la gestión medioambiental de las Naciones Unidas (MERCURE). En varios Estados, contribuye a la paz pública, a la democracia y a la transparencia del hecho político, mediante sus sistemas de recuento de resultados electorales, en tiempo real, vía Internet o Infovía. Asimismo, contribuye activamente en el campo de la economía financiera, dando soporte informático al 80 % de todas las compensaciones bancarias de España.

El catálogo de realizaciones de INDRA es inmensamente más abultado que lo aquí señalado, y no faltarán ocasiones de que volvamos sobre él, pero parece particularmente interesante mencionar estos logros, por tratarse no sólo de un instrumental altamente sofisticado, sino por referirse a funciones y aplicaciones de gravísima responsabilidad y trascendencia, especialmente por lo que respecta a seguridad. Naciones como Alemania, Gran Bretaña, USA, Italia, Francia, etc., etc., no dudan en depositar su confianza en esta empresa española, es decir, en España, y no precisamente para comprarnos artefactos inocuos o intrascendentes, como aquellos "forgendros" de Antonio Fraguas, que, dicho sea de paso, no carecían de cierta genialidad.
Sistema de Teledetección vía satélite para el control de los recursos naturales.
Antena del satélite Hispasat. El centro de control está a cargo de Indra.
Indra presenta aspectos de gerencia empresarial, como la asociación con la importantísima multinacional norteamericana RAYTHEON, a través de INDRA ATM, o los Acuerdos con la francesa THOMSON-CSF, que han tenido muy valiosas consecuencias en la vida y pujanza de la empresa, pero que no afectan tanto a los intereses directos de nuestra revista: la I+D.

A nosotros nos interesa señalar que de los casi 3.700 trabajadores de INDRA, un 75 % son técnicos titulados y de alta especialización: unos 2.755 científicos o tecnólogos. Aunque no hay una paridad de funciones ni de tipología del personal, podríamos decir que los recursos humanos en lo científico - tecnológico de INDRA son superiores a los del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En cuanto a recursos económicos, INDRA invierte en innovación y desarrollo el 9,5 por ciento de su volumen total de ingresos. Lo que significa que en los últimos cinco años ha invertido en Investigación, Desarrollo e Innovación 25.000 millones de pesetas.

La mención de los gastos en I+D puede servirnos para dimensionar las conclusiones de este artículo. Hemos pretendido mostrar que España es capaz de hacer algo importante en I+D, porque de hecho lo está haciendo en el caso concreto de INDRA. Ello es estimulante y esperanzador, pero no debe llevarnos al otro extremo: el de un prematuro triunfalismo. La THOMSON-CSF invierte anualmente en I+D 195.000 millones de pesetas, lo que viene a ser el 20 por ciento de sus ventas. Y ocupa a 44.800 personas. Esto sucede muy cerca de nosotros, al otro lado de los Pirineos, aunque estemos hablando quizá del más rico florón del sistema Ciencia-Tecnología francés.

Pero, dada la de cal y la de arena, volvamos a la esperanza. Más importante que lo ya hecho por INDRA es la velocidad de crucero que ha conseguido en pocos años. Todavía radicada en el ámbito público, la empresa había pasado de un resultado neto de 106 millones de pesetas en 1995 a 3.000 millones en 1998. En sólo tres años ha multiplicado por 30 su índice de resultados. Hoy está ya en la esfera privada y los augurios son obviamente más esperanzadores todavía. Porque tanto los dirigentes de INDRA como sus trabajadores pertenecen ya al mundo de la innovación y de la competitividad tecnológica. Y este aspecto antropológico es el fundamental y decisivo. Ya se puede esperar todo de ellos. El visitante de sus naves ve a unos hombres pegados a la pantalla de trabajo no sólo hasta consumar su horario, sino hasta el momento en que a muchos de ellos hay que decirles que se van a apagar las luces porque hay que cerrar. Esto sucede en España y con españoles.